Escena 1
Estupefacta.
Desafío lo que los iris me cuentan.
¡¿Qué esta haciendo esa chica?!
Si ni en hacer ni decir... ¡niet!
No quiero ver.
Igual pocos segundos después ya no hay como hacerse la zonza.
Y ahí ella y su show. ¡Pégenle! -y me inserto una patada por dentro-
Imperturbable sigue en su coreografía ¿por qué así disfrazada, si quiere verse desnuda?
Y dale Juana con la matraca, a jugar ese rol que no le encaja -pues sobretodo no cree que siquiera existan, los roles- Pura máscara.
Tanto que se reía desde afuera, y ahí.. ya con pomo y careta en pleno carnaval, entrando a mojar.
Escena 2
Ojalá lo afronterado, ojalá lo inefable
Si por mi fuera ni el asomo de las palabras.
Lo único aceptable en esta materialidad para mi son los ojos, esos que ven y se ven -Y ni siquiera-
Ahí donde juegan las miradas aun sobrevive lo inasible, el instante relativo, ese más de lenguaje de luz y sombras que de palabras
-mal que les pese-
siempre cuadrantes
categóricas
y finalmente el límite, maldito.
Y lo comento/siento/pienso/digo ahora -¿quién se salva? siempre estas perras letras mediatizando hasta esto-
[como un s.o.s, grito pelado al cielo en un antojo de mentira, como si pudiera salvarme, borrar eso que no fui e hice y hecho esta: muralla]
nomás por empriria lo digo, quien aturdida me tiene de dar muestras sobre la estrechez que le vuelven a las cosas al sucederse en definiciones linguísticas, descripciones que convierten en espejos acartonados
sensaciones
olores
fuegos
charcos
hechos de otra especia/textura/magia. Informes.
Escena 3
(Desenlace y muerte)
Y ahí ella.
Cabeza hacia la luna como implorándole le permita fluir en ese algo que en total es nada.
Sin palabras ansias ni gestos pensados.
Sin premeditar los hechos o sonrisa estudiada o imágenes anticipadas,
ni queriendo esas estrategias que su mente le incita -¡dale dale!- a programar.
Luchando con ese heterónimo -ajeno, monstruo- casi se creía vencedora hasta darse cuenta que no; que sigue hablando y de lo que no le importa, revocando las posibles grietas todavía vírgenes, separándola de sí -del otro- sellando su pequeño muro, ya no tan pequeño, en torno a lo que creía sin fronteras.
--- Baja el telón ---
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