viernes, 21 de enero de 2011

Ayer.



- Me cago en tu patria. 
- ¿No tengo, qué me decís? 
- No te hablo a vos, nena. 
Menos mal. Iba a comenzar a explicarle que bueno, que sí, qué institucionalmente patria tengo, pero ya que en realidad mi yo está por fuera de la consideración oficial que se haga de mí, no. Exenta de cargar con esa cruz, perdón bandera. ¡Qué rebelde!... Y así un buen rato. Salvóse. 
Bien por él. 
Admiro la gente con esa capacidad olfativa de alertarse cuándo el hedor viene crudo, esquivando la empanada a tiempo de cerrar el horno. Admiro la gente que habla sin metáforas.
- De todas formas no cambia nada- descorchó él.
Por las dudas me transformé en triangulo, que viera cómo a veces miente.

.
Anoche encontré un perro y lo mimé, un pan budín, tres botellas -vacías dos, medio llena la tres-
Me encontré con dos amigas, un amigo, otra amiga que no la encontré, la busqué deliberadamente. Juntos encontramos una mesa, un servilletero, un mozo gordo, cuatro sillas. Faltaba una. Nos prestaron los de al lado, macanudos. 
Mojamos la y fa-ringes con el resto de la botella a medias. Nos encontró el hambre. Comimos cuatro platos: dos pizzas, dos fainá. En realidad menos y más, sumando los trozos y restando las bocas. 
Una amiga buscó su cámara. Sacamos una foto del fainá y nosotras, mostrando que se podía comer. Encontramos frío y con éste un vodka. Brindando lo canjeé por calor interno, un rato. Nos fuimos. Busqué cosas inaceptables de encontrar (acá). Acumulé otros y más encuentros no buscados. Permuto. Consultad aquí.