lunes, 10 de octubre de 2011

Septiembre, Jopo.

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El título original serìa Cosas que me rompen... Vol. II
 pero  ya que no tuve la molestia de dedicarle una mísera
entradilla, decidí dedicarle por lo menos el título a ese mes. 
(En realidad, es mi  tributo a este blog. Pasen y vean-los :). 




Pasa que desde el Estado se planteó esto, y destapó temas de una olla que estaba oculta -desarrollado por acá- en la sociedad. Por suerte. Hay que sacudir el avispero (día metáforico, eh). Ya vislumbraba yo un debate interesante a nivel civil. Información, ¡AL FIN! circulando, desmitificando, sacudiendo miedos, poniendo comprensión y apertura a un tema básico, y natural. 

Entonces, decíamos, la voluntad expresa del Ministerio Interino de Salud Pública de querer prohibir los partos domiciliarios, anulando (sancionando bah, pues las mujeres que eligen parir fuera del hospital por ciertas razones, no van a dejar de hacerlo, por ciertas razones). Entonces le sale el tiro por la culata, aflora el tema, y surgen cosas; como movilizaciones de parteras, mamás, papás e hijos/as planteando la necesidad de

que se planteé la humanización del parto, poniendo de al equipo médico a la par de la paciente, integrándola en la elección de prácticas hacia su cuerpo (como un paso a derogar el vicio de aquellas que le son cómodas al primero, siendo no del todo beneficiosas para la segunda. Bueno sería retomar lo de que aquellos estaban al servicio de ella, no viceversa).
Que se planteé el tema en la mesa acerca del derecho a elegir donde parir, sea en hospital, en casas de parto o en mi casa. Eso. Poder elegir.

Y a este tema tan poco tocado, felizmente abordado así, aparezca  como reacción un bombazo en forma de comunicado de parteras oficiales (o sea, en el sentido literal, las que trabajan en los hospitales como ayudantas de los médicos) dando su apoyo al Ministerio y que de ninguna manera aprueban eso que los partos sean domiciliarios en lugar  (?!) de las instituciones, onda Peñarol VS. Racing  (soy cero futbolera, perdón si la comparación no es acorde) es dañar por dañar.
Y la discusión se anule, se desvirtúe hasta el pedorro punto de HOSPITAL NO, CASA SÍ, reduciendo la cuestión a esa dicotomía irreal, ninguneando el tema de base que era informarnos para poder elegir y que gracias a anuncios así, de(sin)formadores, haya personas que se queden con eso, se cierren a una posibilidad antes de pensar acerca de la misma, y den vuelta la hoja sentenciando "y sí, qué locura cerrar los hospitales... Cómo hay gente queriendo volver a la Edad de Piedra" me paspa los ovarios. Sin metáfora.




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1 comentario:

  1. Los hospitales no son lugares para que nazca nadie, ahi es donde va la gente a morir (aunque tampoco es muy agradable...) Todo cerrado hermético, sin luz natural, olores a quimicos diversos, el aire que se estanca, ruidos de aparatos silbantes y camillas que se chocan, gritos y murmullos constantes. No es lugar para recibir (ni despedir) a nadie. Deberíamos ir a nacer (y morir) a los bosques y los ríos, ser recibidos por la sinfonía de las aves, el aire chocando contra los árboles, infinidad de olores que se mezclan y colores vivos, no paredes blancas estériles.
    Mejor ni tocar el tema de la incompetencia y desinterés de la medicina contemporanea, porque no termino más.
    Abrazo enorme divina.

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