martes, 4 de mayo de 2010

Re-flexión #1: me dijo alguien



El tiempo es arte


Y a mi me gustó.
Pero así, de primera impresión nomás porque después ya me puse filosófico, y pensé que corno me gustaba si no sé que es el tiempo, mucho menos el arte así con mayúscula -que sospecho fueron sus intenciones aunque nunca comprobé pues verá que no llevó a los hechos- como un ser, también mayúsculo, que reviste todo esas cosas que decimos artísticas. Pero claro, no es eso ni nada que ver, digamos que en un mundo de metáforas sería una gran piñata donde se mezclan sorpresitas de los más variadas -un chifle, algún cande y unos globos entre los papelitos picados para hacer bulto- todo entra en la misma bolsa y congenian bárbaro cual maqueta del barrio de los judíos. 

Pero realmente ¿qué es la piñata? nadie se atreve a decir sin caer en la descripción de ese contenido aleatorio que pierde profundidad, y dada su desgraciada condición tautológica no trasciende del informe: siempre en algún punto de la reflexión de nuevo el principio. 
Sí, se cae de maduro que esto viene a ser un ejemplo de esa super palabra llamada sinergia, que nos tranquiliza en principio argumentando como la cuestión se ennaltece gracias a sus chirimbolos pero estos por sí mismos no pueden explicar lo que es la piñata... Mil gracias. Pero seguimos en el mismo escalón que antes, e irritados por hacernos ilusiones y todavía perdimos tiempo con estas elucubraciones al santo cuete. -¡Suerte en pila! 
Y aca sigo, como un borracho, cual Sabalero desencantado, junto a la barra  que se pregunta lo mismo, sentados al cordoncillo arenoso y blando de la duda -también como el señor, salvo que se sentaba en la vereda, feliz de él-.

Hablando de esa barra compañera ahora comprendo las caras instrospectivas de algunos adultos o algún que otro niño -adelantado él- en ese momento tan crucial, cúspide del placer y adrenalina de un cumpleaños que es antecedido por el grito de A ROMPER LA PIÑATAAAAA bociferado por el padre-madre-tío-tía-primo o animador de ocasión, cuando todos los ojos de la fiesta descansan sobre la Barbie/ OsoGummie/Tortuga Ninja Donatello - todo autobiográfico- que esté ocupando el sagrado y martir rol en dicha ocasión colgando en medio del salón. Y en ese momento se junta todo el anhelo de la horda infante por ver quien logrará insertarle exitosamente el palo de escoba a la pobre tortuga violeta, haciendo rebosar los suelos de chucherias y de niños.


Decía, todos los ojos fijos en ese monumento al éxtasis, menos los mencionados susodichos como diez reglones arriba, que si uno se fija bien también miran pero con otro aire, más que ansiosos por desentrañar su contenido, meditativos por desentrañar su contenido...
Y de repente, ¡PAF! los pobres son coartados en sus pensamientos por el disturbio de esa onomatopeya de piñata al piso, llevando también -páfate- al suelo sus delirios, que caen ante esa disonancia como empujados de una cucheta (¿esos asuntos de la existencia nadarán también entre golosinas baratas, y la manito de algún menor irá a recogerlos de entre medio los chupetines de todo por dos pesos y las YAPA?).


[Qué manera de irme por las ramas, reflexión, sá...]

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