O Aproximación en tres a la experiencia poética, de tenerla algún día.
- Ajá.1
Ella me quería mostrar algo. Primero sonó el timbre, o toc-aron la puerta. Allá fue un
poco molesta por la interrupción y porque ya traía la caja de fotos (supuse que eso
contenía) con notoria emoción. Abrió y era un veterano que cada tanto paseaba por las
casas del barrio con ganas de conversar.
Durante su charla yo miraba por una claraboya minúscula que no sé si originariamente se
planeó como tal, o fue una sobra de vidrio, un hueco en el techo aprovechado. Existe
para cultivar la imaginación. Se ve casi nada, aburridísimo -un poco de cielo, alguna
bolsa que pasa que tal vez sea un pájaro, una nube de nylon- entonces el único recurso
de la mente es inventar posibles sucesos aéreos.
Creo que ella me llamó unas cuantas veces hasta que logré bajar la vista, haciendo tanta
gestualidad que si no la conociera creería que oficia de traductora de señas. Con sus
manos me invitaba a destapar la caja, creí. Me acerqué y acaricié la tapa, lento,
denotando en la delicadeza que mis movimientos traían la exquisitez del momento. Ahí
me di cuenta que obviamente no comprendía su idioma gestual pues me golpeó la mano
y señaló otra cosa, mientras se paraba instándome a seguirla. Sabía que ya no vería el
contenido. Sólo imaginarme sus fotos desparramadas en mi falda y alrededores, como si
mirara por la claraboya.
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…Y así surgió la poesía, me decía él. Como yo seguía sin comprender, en lugar de ignorarme o irritarse empezó a buscar algo que lo guíe, tomando la actitud de profesor preocupado en que sus alumnos aprehendieran.
Seguimos caminando algún rato más, arrastrando la noche en silencio. Yo vagaba con la mente y los ojos por entre las cosas, esas cosas que andan por la calle y pueden ser muy interesantes si se las ve con atención.
De repente despertó de su ensimismamiento y me miró con cara de bingo!, volviéndome al hilo de la conversación en suspenso. Era el ejemplo que necesitaba. Mirá ahí - me señaló unas ventanas que sostenían una pared beige, sobre la que se había escrito en negro: la ausencia duerme entre los edificios. Leí.
Me pareció o quise entender algo, el juego de escribir eso precisamente en un edificio. Pero no. Cuando volvió a hablar supe que se trataba de ese espasmo viviente entre las cosas, en ese espacío vacío no vacío, o la ironía del arte, que tal vez sea todo lo mismo.
- Resumiendo, la poesía nació cuando nacieron ellas, cierta confabulación de fonemas aleatorios: Las palabras. Tuvo que nacer para desmentirlas. ¿Pudieron decir lo que querían, pudimos, podemos?. Semiótica insuficiente.- Calló él.
Y entonces la poesía, merde.
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